Viaje a Córdoba y Sevilla de la Residencia RMI Valladolid.
Después de idas y venidas, de lo hacemos o no lo hacemos, al fin salió el viaje que esperábamos.
Diversidad de posturas, calor continuo, películas que no van, caramelos, magdalenas y turrones que nos amenizaban el viaje, áreas de servicio para desconectar, música y comentarios con los que al final, llegamos a Córdoba.
¿Y qué te encuentras? Graciosos malabaristas parando coches vestidos con trajes de sevillanas para hacer más amenos los semáforos. Primera sonrisas andaluzas.
Llegamos a la resi, reponemos fuerzas y a patear, visitar y alucinar con la ciudad Cordobesa. Visitamos la Mezquita, el puente romano, el Alcázar de los Reyes Cristianos, la calleja de las Flores, diversos y preciosos patios andaluces y al caer la noche, tapeo, espectáculos flamencos y a dormir, que el sábado venía pisando fuerte.
El despertador de las 8 de la mañana sonó. Un nuevo día se ponía en marcha. ¿Qué nos ponemos? ¿Lloverá? ¿No lloverá?, todas nos hacíamos las mismas preguntas, pero finalmente el tiempo acompañó. El chofer nos esperaba para conocer un nuevo lugar, Sevilla. Alucinamos con la famosa plaza de España, contemplamos la ciudad desde la Giralda, dimos el paseo en calesa, pasando por el puente, visitamos el barrio y la virgen de Triana y nos enamoramos de la preciosa plaza de toros "La Maestranza".
Con todo ello, toca volver a Córdoba y cómo no, hacer la repartición de duchas, los turnos, elegir vestido, tacones para arriba, tacones para abajo, negociaciones sobre la hora de llegada… y, finalmente allí estábamos, “las cocos” disfrutando del ambiente nocturno Cordobés.
El cansancio iba pasando factura pero aún nos quedaba un último lugar por visitar: Medina Azahara. Con todo ello, el viaje llegó a su fin. De nuevo 8 horas de viaje por delante que pasamos durmiendo, o al menos intentándolo, hasta llegar de nuevo a Valladolid. Sin duda alguna, un gran viaje para recordar.
Andrea Barrientos y Cristina Pascual.